Escribo en El Nuevo Herald sobre mi visita al castillo de Candé, en el Loira francés, que pertenciera a un habanero y, luego, a su hijo, desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX. Las fotos las tomé durante mi visita:
Candé, un castillo anglo-cubano en el Loira, William Navarrete / El Nuevo Herald
Candé, el castillo de una dinastía anglo cubana en el Loira
William Navarrete* / El Nuevo Herald
El desconfinamiento gradual ha estimulado el turismo local y regional. Una oportunidad para descubrir el patrimonio sin necesidad de tomar un avión, pero también de compartirlo con quienes no desaprovecharán la oportunidad de atravesar el Atlántico en cuanto se autoricen los viajes.
A apenas dos horas en auto de París, el País del Loira es uno de los sitios de Francia más llamativos. Centenares de castillos, además de monasterios, antiguos pueblos medievales, museos y otros monumentos se fueron construyendo con los siglos en esta región atravesada por el Loira, uno de los grandes ríos franceses. El Loira fue lugar de residencia de muchos reyes, es la región donde se habla el francés más puro y donde encontramos los mejores ejemplos de arquitectura del Renacimiento en el país.
Existen aquí castillos muy conocidos, casi siempre visitados prioritariamente cuando se dispone de pocos días: Chambord, Chenonceau, Chaumont, Chinon, Azay-le-Rideau, Villandry, Cheverny, Ussé, Blois y Amboise. Estos “castillos emblemáticos” son ya de por sí numerosos y algunos se han convertido en verdaderos “parques temáticos”, en los que se avanza a codazos, pasillos y dependencias, durante la alta temporada turística.
No obstante, hay una gran cantidad de castillos, fortalezas y palacetes menos conocidos, pero de tanto o más interés.
Así, el castillo de Candé, a escasos kilómetros al suroeste de la ciudad de Tours, ha tenido una historia singular. Fue construido en un dominio de unas 260 hectáreas en las inmediaciones del río Indre y del pueblo de Monts. En 1500, existía en su sitio una casa señorial construida por el alcalde de Tours que va adquiriendo poco a poco fisonomía de castillo a medida que los propietarios van transformándola. De esa época data la visita de Honorato de Balzac, quien pasaba largas temporadas no lejos de Candé, en el castillo de Saché, en donde escribe varias de sus novelas más conocidas. Balzac visita Candé hacia 1830 y lo menciona en uno de sus Cuentos Droláticos.
Poco después, en 1853, el castillo fue puesto en venta. Ese mismo año lo compra el rico latifundista cubano Santiago Drake del Castillo, nacido en La Habana en 1805, hijo de James Drake, un aristócrata inglés instalado en Cuba desde 1792 como negociante y propietario de vastas plantaciones de caña de azúcar, como el central Saratoga, y de la cubana Carlota Núñez del Castillo y Pérez de Abreu, nieta del segundo marqués de San Felipe y Santiago de Bejucal. El matrimonio tuvo nueve hijos, de los cuales cinco varones. Uno de ellos, Carlos, se instalará en España, en donde se casa con la marquesa de Eiguarás. Otro, Francisco, se casa con una bailarina estrella de la Opera de París y adquiere el castillo de Véretz, en el Loira. La familia Drake del Castillo mantiene sus propiedades en Cuba, pero se ha instalado en París después de la muerte de Carlota. El propio James, muere en la Ciudad Luz en 1838 y deja a sus herederos una inmensa fortuna.
Santiago Drake del Castillo, el nuevo propietario de Candé, se casa en París con la hija de un general francés y cuando compra el castillo decide emprender profundas transformaciones hasta transformarlo en el edificio neogótico que vemos hoy. En esa época vivía en el número 32 de la rue de Rivoli, y luego establece su residencia parisina en la calle Balzac, esquina Campos Elíseos, que alternará el resto de su vida con Candé.
Santiago coloca en la entrada del castillo un mosaico de esmalte que encarga al ceramista italiano Giuseppe Devers y en el que figura su blasón. Manda a construir una capilla consagrada a Santa Clara, construye un ala en estilo neogótico y un torreón cuadrado, triplicando así la superficie habitable de la residencia. Los jardines se dotan de amplias alamedas, nuevas variedades de árboles majestuosos que aún perduran, un huerto, establos y casas de postas. Hasta su muerte, en 1871, Santiago pasará la mayor parte de su tiempo entre su residencia en París, el castillo de Candé y el de Montalan, también de su propiedad y situado cerca de Orleans.
Candé pasará a manos de su hijo Jacques quien llega a convertirse en una personalidad política importante, diputado del departamento en que se encuentra el castillo y vinculado con el quehacer político de la región hasta su muerte en 1918. Su propio hijo, Jean, compañero de escuela y amigo del escritor Paul Morand, será alcalde del Monts cuando vuelve de la Primera Guerra Mundial. Una posición que mantiene hasta que, derrotado en uno de los comicios electorales, decide retirarse de la política e instalarse en Cannes, en donde tiene un hermoso palacete y pasa su tiempo entre casinos y fiestas en donde se le ve acompañado de estrellas de Hollywood como Gary Cooper.
En francés hay un refrán que dice que el patrimonio construido por los abuelos lo disfrutan los hijos y lo dilapidan los nietos. Así, en 1927, Jean se ve obligado a vender Candé para afrontar dificultades financieras que lo llevan prácticamente a la ruina. Su nuevo propietario será el millonario franco-americano Charles Eugene Bedaux. El castillo será testigo del matrimonio, en 1937, de Wallis Simpson y Eduardo VIII de Inglaterra, los célebres duques de Windsor, una de las parejas más polémicas del siglo XX, después de que el rey abdicó para vivir plenamente su idilio.
A este último propietario se debe la existencia de un órgano Skinner declarado “monumento histórico” y de una biblioteca extraordinaria. Curiosamente, Bedaux, quien había inventado un método de cronometraje de trabajo que alcanzó un éxito extraordinario en la década de 1930-1940, fue un personaje polémico, acusado de contubernio con la Alemania nazi de la época y extraditado hacia Estados Unidos. A la espera de ser juzgado en Miami, en 1944, morirá en el Hospital Jackson de esta ciudad, después de haber ingerido un veneno durante su encarcelamiento.
En 1974, tras la muerte de la viuda, el castillo pasa a manos del Consejo General del departamento del Indre y Loira, encargado hoy día su conservación y de mantenerlo abierto al público. La visita de los vastos jardines y parques que lo rodean es completamente libre. El interior puede visitarse libremente o con guías, y conserva el espléndido órgano, un rico mobiliario, la biblioteca, el órgano, la antigua habitación de Santiago Drake del Castillo, una colección de atuendos de la época de las bodas de los duques de Windsor, y otros objetos de arte de interés. El dominio adquiere también obras de arte contemporáneo que exhibe en sus jardines y realiza exposiciones de esta manifestación con regularidad.
Los conciertos de órgano en la capilla son uno de los eventos culturales más esperados en cada temporada. En 2015, unos 150 descendientes y parientes del anglo-cubano que marcó profundamente la fisonomía del castillo se dieron cita para honrar y festejar, en presencia de cinco mil invitados, la historia familiar y sus vínculos con Candé.
* Escritor cubano residente en París
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